viernes, 16 de mayo de 2008

Alberto Crisafi

Quizás en Portuguesa, y en el país en general este nombre no dice mucho, pero tomaré estas líneas para referirme a un gran ser humano, y uno de los grandes valores políticos con que contaba nuestro país para salir del oscurantismo en el que nos sumergen día a día el “Líder Malo” y sus secuaces, el cual fue vilmente asesinado el pasado miércoles 14 en Caracas.

Conocí a Alberto Crisafi cuando compartíamos espacio en el Comité Político Nacional de Primero Justicia, él como secretario de organización del movimiento en el estado Miranda, y yo como su par en Portuguesa.

Sin duda, ya involucrado totalmente en la política, y en particular en la política partidista, Alberto se convirtió en un referente de lo que eran mis expectativas del político que requiere el país: El de un ciudadano, honesto, capacitado, y con sensibilidad social que asume su responsabilidad, participa, y decide que los cambios políticos no se generan espontáneamente hay que generarlos.

Sin ser un político de carrera, Alberto fue dirigente vecinal antes de involucrarse a la política partidista, representaba el modelo a seguir, y el consejero a quien acudir para ese grupo de jóvenes que a lo largo y ancho del país ingresamos a Primero Justicia con la esperanza de crear la alternativa política que se encargara de liderar a Venezuela hacia siglo XXI, y no de devolverla al siglo IXX como pretende el régimen.

Alberto era modelo por ser un trabajador incansable, un gerente de la política. Un dirigente que conjugaba eficazmente su talento y capacidades con los recursos disponibles, para hacer posible que lo que se planifique se ejecute. Esto es sumamente difícil en la incierta política de nuestros días.

Alberto era el consejero a quien acudir, porque estaba siempre disponible. Porque aunque era una persona convencida de lo que hacía y proponía, se preocupaba siempre por conciliar, por convencer con argumentos a los demás, y por tener una visión amplia e integradora para el trabajo político.

Como pueden ver me refiero a una especie de las que no abundan. Llegó al Consejo Legislativo de Miranda en las adversas condiciones electorales de 2004, y allí se ganó el respeto de propios y adversarios. Alberto era dirigente fundamental por su capacidad organizativa y de conciliación para que la oposición democrática, con los candidatos que mas aceptación tienen en el electorado, recuperen en noviembre la Gobernación de Miranda y ganen toda el Área Metropolitana de Caracas. Una posibilidad a la que este régimen le tiene pavor.

Por el contrario, la posibilidad de saber la verdad de lo que ocurrió la noche del miércoles 14 es ínfimamente baja, en este país no hay justicia, gobierna la impunidad y la parcialidad.

Sólo les puedo decir que no me imagino la escena de Alberto Crisafi resistiéndose a un atraco.